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Son las fabulosas y particularmente beneficiosas aguas termales de Hungría -un recurso natural particularmente rico en minerales y famoso por sus propiedades curativas- el elemento central e inspirador de la casa de productos cosméticos Omorovicza, que se ha convertido en una marca global de lujo y se consigue en las tiendas y los spas más exclusivos.
Además, Omorovicza es una de las marcas estrellas de la capital húngara, Budapest, considerada la ciudad internacional del spa por excelencia debido a sus más de 100 centros de baños termales.
Aparte de estas aguas curativas, la firma utiliza en sus fórmulas ingredientes tales como oro, cobre, zinc, calcio y magnesio, al tiempo que excluye otros tan controvertidos como los parabenos, los petroquímicos, las siliconas y el sulfato de sodio.
El empaque es blanco, como indicativo de pureza, y su símbolo es un delicado abanico azul, como si fuera un pavo real, simbolizando belleza y nobleza al mismo tiempo.
La marca se destaca, también, por utilizar para sus cremas y aceites o serums nombres especiales que evocan piedras y metales preciosos, como The Gold Collection o Blue Diamond Collection, o de personajes de la realeza, como el atomizador Queen of Hungary, una fórmula mejorada por Omorovicza cuya fama se remonta al siglo XIV. Cuenta la leyenda que la reina Isabel de Hungría la usaba y tenía la receta escrita en oro. Una de sus botellas con esta fórmula se conserva en el Museo del Louvre, en París.
Premio Nobel al servicio de la dermatología
El fundador de Omorovicza Cosmetics, Stephen de Heinrich de Omorovicza, explica que la empresa busca “aplicar los efectos curativos de las aguas termales al cuidado de la piel”. Sin embargo, los expertos saben que si bien los minerales que contienen estas aguas son muy beneficiosos, estos no penetran en las capas profundas de la piel. Por ello, Omorovicza se asoció con el Laboratorio de Dermatología de Hungría, ganador de un Premio Nobel y famoso por su descubrimiento de la vitamina C, para que elabore una línea pionera de productos anti-edad.
Para ello patentó un sistema denominado Hydro Mineral Transference ™ que, según la casa de cosméticos, toma los minerales en su forma original, reconfigura su estructura molecular a un estado en que el cuerpo los reconoce, y luego los lleva a los niveles más profundos de la piel, provocando que se absorban en la dermis y la epidermis a niveles sin precedentes.
Una historia noble
Si bien la empresa lanzó su primera línea de productos dermatológicos en el 2006, la historia de Omorovicza como familia interesada en las aguas termales se inició mucho antes, cuando a mediados del siglo XIX el noble Janos de Heinrich de Omorovicza adquirió el Rácz, un precioso baño otomano ubicado en Budapest que data del siglo XVI. Su idea era crear el más innovador complejo de aguas termales de Europa.
Siglos después, en el 2001, Stephen de Heinrich de Omorovicza llevó al Rácz Spa a su futura esposa y cofundadora de la empresa, Margaret Dickerson, que en ese momento era jefa de Gabinete de la Embajada de Estados Unidos en Hungría.
Dickerson quedó prendada de las aguas termales y del efecto que tenían en su entonces problemática piel, y ese descubrimiento impulsó a la pareja a interesarse aún más y a utilizar esas aguas ricas en minerales como base e inspiración de sus productos cosméticos, que hoy se utilizan en los spas más exclusivos del mundo.
Tuvieron que pasar 2000 años desde que se descubrieran en Hungría las propiedades curativas de las aguas termales para que la “spa city”, como también se la conoce, las utilice para elaborar productos cosméticos de una eficacia sin precedentes. ■