RESTAURANTE LA CASITA. Torrelodones, Madrid.
Javier Ripoll, uno de los propietarios de este negocio familiar, entiende que el concepto es muy simple: “Hacemos cocina mediterránea de mercado basada en buena materia prima, trabajamos en potenciar los sabores y le damos el toque de innovación. Además hemos introducido el guiso típico español”.
→ 1. Arantxa Reca, copropietaria. → 2. Javier Ripoll, copropietario; Gustavo Rodríguez, Maitre; Arantxa Reca, copropietaria.
No renuncia a la creatividad pero sin confundirla con la tecnología gastronómica de última generación. No hay platos liofilizados ni desestructurados en La Casita. Solo mucho amor y elaboraciones artesanales. Las croquetas de carabinero o de matanza, se han convertido en un clásico para empezar la cena. Diego, el cocinero actual, es de origen gallego y disfruta haciendo guiños de su tierra. Su tortilla de betanzos no tiene parangón. José Peñín, un famoso crítico gastronómico, le dedicó recientemente todo tipo de elogios desde su cuenta de Twitter.
El Steak Tartare, de carne, atún o salmón, es una de las estrellas del negocio. “Una materia prima magnífica, cortada a cuchillo y preparada en la mesa”, explica Javier. La Casita ofrece unos pescados magníficos, como los rollitos crujientes de lenguado o el bacalao desalado sobre pisto manchego. Clásicos como el solomillo de buey con palmitos y cebolla confitada o el secreto de ibérico en tiras con verduritas y hecho a la sartén.
RESTAURANTE LA CASITA. Torrelodones, Madrid.
La filosofía sobre los vinos también es un regalo para el comensal. Hay más de 300 referencias que se renuevan continuamente. Para los más exquisitos, Vega Sicilia o Pingus. Pero el verdadero reto de los dueños es sorprender. “Lo que de verdad nos satisface es proponer excelencias a buen precio. En España hay unos vinos de entre 20 y 30 euros la botella que son espectaculares. Nombres como Habla, un vino Extremeño, Vínculo de Valdepeñas, vinos de Jumilla, Toro. Hay toda una serie de denominaciones de origen que no tenían mucho prestigio y ahora proponen vinos que asombran por su calidad”. La conservación del vino en cavas, la refrigeración para servirlo a la temperatura perfecta, el arte de descorchar… el vino es casi una religión en La Casita.
Si viene, reserve un lugar para los postres porque los define la palabra Tentación. “La casita de chocolate, el clásico coulant adornado con una crema y el tatín de manzana son los más populares. Y en verano, ‘infusión de fresas’, una reducción obtenida sacando un zumo a 20 kilos de fresas, se enfría y se le añade una bola de helado mascarpone”, cuenta Ripoll.
RESTAURANTE LA CASITA. Torrelodones, Madrid.
Y para digerir, la copa es imprescindible y aquí se ha convertido en todo un arte. Tienen una extensa carta de maltas, ginebras y tónicas combinadas con los más atrevidos aderezos. Algunos combinados parecen ensaladas, con toques de pomelo, frutas del bosque, frutos secos, lima. El Gin Tonic es una verdad como un templo en este negocio pero dice Gustavo Rodríguez, Maitre, que la moda que está por venir va a lanzar al estrellato los combinados con vodka. Seguro que en La Casita serán espectaculares, porque aquí miman hasta el último detalle y ojalá podamos venir pronto para disfrutarlos. ■