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La sensación que causaron en la alta sociedad francesa las creaciones de joyas del orfebre parisino Marie-Etienne Nitot, fundador de Chaumet, en ocasión de la boda de Napoleón Bonaparte y Josefina de Beauharnais, y más tarde con la archiduquesa Marie-Louise de Habsburgo-Lorena, sobrina de la reina María Antonieta, lo convirtieron en el más famoso joyero de la Europa del siglo XVIII. Desde entonces, los joyeros de París son celebrados en el mundo por la magnificencia de sus obras.
El gusto de Napoleón Bonaparte por la joyería era político. Quería hacer de Francia el centro de lujo y diseño de moda, como lo era antes de la Revolución Francesa. Así fue que en 1804, Nitot se convirtió en su joyero oficial. Nitot era un hombre creativo e innovador, y se empeñó en educar a sus sucesores para que mantuvieran el oficio y dedicaran la misma atención a la calidad y la originalidad en sus colecciones de joyas.
La joyería en la historia de la humanidad
En la historia de la humanidad, las joyas siempre estuvieron presentes. Clara demostración es el sorprendente hallazgo de un fragmento de un brazalete de casi 50 mil años de antigüedad en Asia Central, considerado la joya más antigua jamás conocida.
Más tarde, la civilización egipcia utilizó el oro, el cobre y la plata junto a piedras preciosas como lapislázuli, jade y rubí para la creación de notables obras de orfebrería.
En la Antigua Grecia se desarrolló la combinación del oro con piedras preciosas en finos labrados de espirales, hojas y alfileres de cabezas talladas, junto a diademas y coronas de laurel talladas en oro que, según consideraban, dotaban de intelecto y de luz a su portadora.
Luego, en Roma, utilizaron oro, plata, piedras preciosas, cerámicas y perlas. Su pieza más destacada fue la argolla, precursora de la actual sortija de compromiso, tallada en hierro como símbolo de eternidad.
En el Cercano Oriente desarrollaron el oro en filigrana, anillos, collares, amuletos, espejos y objetos de culto.
Las culturas prehispánicas también trabajaron el oro, plata y piedras preciosas como la esmeralda. La delicada orfebrería precolombina legó sorprendentes piezas ornamentales como máscaras, cascos, pecheras, diademas, collares y otros, provenientes de las regiones de México, Colombia y Perú.
Épocas y estilos
En la Edad Media, las joyas eran de uso exclusivo de los reyes, ricos comerciantes y nobles. Francia e Inglaterra dictaron leyes que prohibiendo a la gente común el uso de adornos en metales y piedras preciosas. Esas restricciones contribuyeron a convertir las joyas en símbolos de poder, autoridad y riqueza. Se les atribuyó, también, poderes mágicos que hoy vemos representados en las sagas medievales del cine.
El advenimiento del Renacimiento significó la incorporación de mayores detalles artísticos a las joyas. Es así que pintores y escultores famosos comenzaron a incursionar en el diseño de joyería. Los avances tecnológicos y la producción industrial a partir del siglo XVII permitieron el surgimiento de las tendencias de moda y el concepto de conjuntos (varias piezas de similar concepción). Ya en el siglo XX, el Art Nouveau dotó a la joyería del esplendor del diseño, valorando formas y originalidad. ■
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