El ‘Women’s Bean Project’ está destinado a brindar ayuda a las mujeres que no tienen trabajo, para que lo consigan y puedan salir adelante. Allá por el año de 1989, Josepha ‘Jossy’ Eyre sintió un profundo deseo de hacer algo significativo por las mujeres que no tienen hogar ni empleo y que viven en una situación de miseria y adicciones.
Eyre misma había sufrido hambre y traumas en su infancia durante la ocupación nazi en Holanda. Ya en Estados Unidos – en Denver, Colorado, para ser exactos – decidió crear esta organización sin fines de lucro para entrenar a las mujeres en diferentes oficios que les sirvieran luego para encontrar trabajo en el mercado laboral.
El origen del nombre de Women’s Bean Project (o Proyecto Frijoles para Mujeres, y WBP, por sus siglas en inglés) viene de unos paquetes de frijoles por los que Eyre pagó de su bolsillo US$ 500 para que las primeras mujeres del programa pudieran hacer sopa y venderla mientras aprendían el oficio y cobraban un sueldo.
La emprendedora y generosa mujer jamás se imaginó que tres décadas después, su humilde iniciativa alcanzaría tanto éxito que llegaría a ganar US$ 1 millón y a tener sedes en varios estados del país y en Canadá.
“Cada vez que contratamos a una mujer, nos asegurarnos que nuestros servicios sean tan eficaces que, una vez terminado el programa, no nos necesite más”, indica, directora del WBP y presidenta de la junta directiva de Social Enterprise Alliance, una organización que aboga por el crecimiento de empresas sociales en Estados Unidos.
Un cambio radical para las mujeres necesitadas
En el 2014, veinticinco años después de su creación, eran ya 800 las mujeres cuya vida ya había transformado el WBP. La mayoría de ellas habían estado hasta entonces atrapadas en un círculo vicioso de miseria y desesperanza.
Como Ryan señala, “entre el 60% y el 90% de las mujeres que contratamos en la actualidad han estado en la cárcel alguna vez, casi siempre por crímenes relacionados con la adicción a las drogas”. La ejecutiva sostiene que la organización está al servicio de esas mujeres “cuyas vidas son muy complicadas, con problemáticas difíciles de superar y que a menudo se repiten.
Romper los ciclos generacionales de pobreza
El reto al que nos enfrentamos en la actualidad es, precisamente, lograr romper esos ciclos inter generacionales de pobreza”. Ryan enfatiza que se trabaja con ahínco para crear un ambiente laboral seguro, “que ayude a las mujeres a centrarse en su futuro en lugar de en su pasado. Las alentamos a crear un sueño y a vislumbrar cómo podría ser su futuro”.
Además de su equipo laboral, el WBP también cuenta con la ayuda de un “ejército” de voluntarios que no sólo prestan su apoyo financiero, sino que también organizan campañas de alfabetización, programas de concienciación y celebraciones especiales, que en un principio consistían tan sólo en un almuerzo con sopa de frijoles negros, producto con el que se inició este proyecto.
Hoy en día, la oferta de bienes para vender se ha ampliado de tal manera que incluye productos gourmet, joyería hecha a mano, prendas de vestir y accesorios.
El aspecto comercial es crucial para el éxito del programa. “Nuestra capacidad de operación se basa en las ventas, ya que son las que crean puestos de trabajo”, explica la directora.
Ryan empezó como voluntaria antes de aceptar la responsabilidad de dirigir esta empresa social, y asegura que su vínculo con el WBP es una experiencia especial para ella.
“Veo a las mujeres desde que entran por la puerta (no me miran a los ojos o parecen enojadas y a la defensiva casi siempre a su llegada) hasta el día de su graduación después de 12 meses de entrenamiento, así como cuando finalmente ingresan a un puesto de trabajo en el mercado laboral. Para entonces, ya han comenzado a creer que son dignas de una vida mejor”, asegura.
El día soñado para Ryan
El máximo sueño de Ryan es que “algún día lleguemos a cerrar nuestras puertas porque ya no haya más mujeres desempleadas y en situación de miseria”.
Si bien es difícil saber si este sueño pueda hacerse realidad a corto o a largo plazo, hay que admitir que el WBP ha encendido una antorcha gigante y la sostiene en alto. Y aunque el viento sople con fuerza, su resplandor y calor no van a desaparecer y seguirá iluminando el camino por muchos años. Como sus resultados lo demuestran, ya hay muchas mujeres que están recorriendo este camino de éxito. Y ese es el triunfo del Women’s Bean Project.
Imágenes: Cortesía del Women’s Bean Project: https://www.womensbeanproject.com ■
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