En el 2015, el Distrito Meatpacking de Manhattan, Nueva York, dará la bienvenida a un nuevo inquilino: el museo Whitney tendrá una nueva sede en un edificio diseñado por el arquitecto italiano Renzo Piano. Estará ubicado entre High Line Park y el río Hudson. La entrada, será justo debajo de High Line, un parque público situado en lo que fuera el ferrocarril central de Nueva York, que cuenta además con un jardín urbano donde se presentan exposiciones de arte. El nuevo edificio contará con grandes vistas al río Hudson desde la entrada y otras zonas.
Rodeado de los edificios industriales del MePa, el Whitney se distinguirá por su imponente presencia escultural contemporánea. Asimétrico en su forma, proporcionará un bonito contraste con los edificios de estilo “loft” de la zona. La estructura será sencilla, pero prestará mucha atención a los detalles.
Esta nueva ubicación también espera atraer a las audiencias más jóvenes, amantes del arte, que no se suelen aventurar en el Alto Manhattan para visitar un museo. Hay una gran variedad de galerías de arte y estudios de diseño en la zona, pero ninguno como el Whitney, cuya colección permanente contiene cerca de 20.000 piezas de arte americano. El espacio del Museo se incrementará en un 60%, lo que dará más amplitud no sólo para la colección, sino también para un centro de educación, un auditorio de teatro, un centro de estudio, sala de lectura en la biblioteca y un laboratorio de conservación. El restaurador Danny Meyer y su grupo serán los encargados de concebir una cafetería y un restaurante, acordes con el complejo artístico. El 6 de junio, el Whitney anunciaba la única instalación permanente con la que contará este espacio hasta la fecha: cuatro ascensores diseñados por el fallecido artista Richard Artschwager.
La visión de Renzo Piano para el nuevo Whitney está pensada cuidadosamente. Crea un impresionante espacio funcional destinado al arte, sin perder de vista la belleza y el ambiente de los alrededores del vecindario. Las ventanas permiten un flujo de luz natural para elevar el estado de ánimo, y ofrecen unas relajantes vistas del río, haciendo de este lugar no sólo una alegría para los visitantes del museo, sino también un espacio en el que los artistas podrán encontrar la inspiración. ■